Miedo y Asco en Las Vegas

Tras preguntarle a varios yonkis decidí que lo mejor era pararme en algún Seven Eleven o algún McDonnalds, ya que uno de ellos insistió en montarse en el coche para "indicarme" cómo podría llegar al Motel Super8, y la verdad, no me dió muy buen rollo todo aquello. Lo único que quería era llegar al motel y dormir, era más de la 1 de la madrugada y estaba sólo conduciendo el coche recién alquilado, aún me estaba peleando con la extraña manera de señalizar que tiene esta gente, aunque esto sólo me ocasionaba algún que otro pitido y pérdidas de tiempo al tratar de encaminarme hacia donde quería, así que era lo de menos. Lo que sí me preocupaba era encontrar el Super8 a una hora decente que me permitiera descansar, y sin sufrir ningún imprevisto por el camino. La zona por la que andaba deambulando no era el Strip precisamente, donde la amabilidad corporativa desborda cada hall de cada hotel, probablemente era el downtown, otro mundo paralelo y desconocido dentro de Las Vegas, o algo aún peor. Neones dibujando siluetas de mujeres, carteles de capillas de bodas y de tatuajes a buen precio eran prácticamente la única iluminación de aquellas carreteras.

Así hice, busqué el primer establecimiento bien iluminado que encontré en mi lado de la carretera, aparqué, realicé rápidamente la secuencia de apagado del coche, que era automático y no tenía muy claro cómo funcionaba todo aquello (le faltaban pedales y la palanca de cambio zigzagueaba entre letras misteriosas), y me decidí a preguntar con cara de corderillo degollado en busca de comprensión e indicaciones útiles. La dependienta de guardia tampoco parecía gozar de demasiada buena salud, aunque acertó a señalarme hacia dónde estaba la Base de las Fuerzas Aéreas de Nellis (yo había leido que el motel estaba cerca).

Extrañamente, en los casinos de Las Vegas no hay máquinas de esas que tienen dos botones a los lados y un muelle que sirve para impulsar una bola que rebota sin parar entre postes mecánicos y luces de colores mientras suenan timbres hipóticos... aunque básicamente es lo que mejor describe mi situación durante la siguiente media hora. Unos dependientes mexicanos incluso se rieron de mi a carcajadas al salir de su local, tras haberme indicado en correcto castellano y con bastante detalle hacia dónde estaba el Super8, cosa que les agradezco, aunque necesitaría varias indicaciones más antes de alcanzar a ver finalmente el cartel amarillo del motel. Estaba justamente en frente de la base aérea, lo que me tranquilizó un poco. En realidad la idea que me había hecho de cómo llegar desde el Strip, según lo que pude ver previamente en Internet, era bastante precisa, de no ser por la magnitud. Aquí todo es enorme: las hamburguesas, los coches (4x4 en su mayoría), los hoteles, las carreteras, los propios ciudadanos americanos, las montañas... "we like it bigger and better...or at least bigger" tal y como nos había comentado esta mañana Kim, la simpática y mal pagada guía del Cañón del Colorado.

Realmente Las Vegas no es una ciudad apropiada para las drogas psicodélicas como bien dicen en "Miedo y Asco", así como tampoco lo es para perderse por zonas alejadas del Strip, a ciertas horas. Esto lo estoy escribiendo desde la cama de la habitación 234 del Super8, una especie de motel de carretera extrañamente limpio y tranquilo, así que, sí, efectivamente conseguí llegar a tiempo y cumplir la misión. Aunque debo confesar que cada vez que el aparato de aire acondicionado hace un ruido no puedo evitar mirar hacia la puerta un poco nervioso...

...el cómo llegué a verme en esta aventura es... otra historia ;)

Super 8:

http://picasaweb.google.es/spesgmd/DeathValley/photo#5233182574153050434

...y el resto de las fotos (actualizadas), como siempre en:

http://picasaweb.google.es/spesgmd